Para entender qué es Autoridad y anarquía vamos a definir sus conceptos:

Hay dos maneras de ejercer la autoridad: Delegada o Directa, la delegada es una persona que recibe y representa la autoridad de Dios. Por eso se dice que toda autoridad es puesta por Dios; la autoridad directa, significa que Dios nos dice directamente a través de Su Palabra o a través del Espíritu Santo lo que Él desea que hagamos.

La autoridad es la facultad o potestad que se tiene para dominar, gobernar o ejercer el mando. La palabra, como tal, proviene del latín auctorĭtas, auctoritātis, que a su vez deriva del verbo augure, que significa, aumentar, promover.

Anarquía es la ausencia de poder público. Esta palabra también significa desconcierto, confusión, caos o barullo, debido a la falta o debilidad de una autoridad.

Romano 13:1 Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas.

Teniendo ya las dos definiciones podemos decir que la autoridad es puesta por Dios para el hombre y por el hombre, debemos entender que la autoridad no es machista o discriminatoria en ningún de los sentido, más, es paternal, en este tiempo que estamos viviendo como nación vemos una autoridad espiritual vaga, sin sentido, debido a su constante cambio autoritario, o su falta de paternidad; nosotros como familia debemos entender que la autoridad  nos fue concedida para cumplir el  propósito de Dios, a través del  orden divino que se desarrolla de la siguiente manera: Dios Padre cabeza de Jesucristo, Jesucristo Cabeza del Hombre, el Hombre cabeza de la Mujer,  Mujer junto con el hombre, cabeza de los hijos, 1 Corintio 11: 3, Pero quiero que sepas que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios cabeza de Cristo.

La anarquía en un hogar cristiano no tiene lugar debido al orden divino espiritual, pero debemos, como padres, enseñar a nuestros hijos a someterse a las autoridades puestas por Dios para así cuidar y proteger el propósito divino, en caso contrario estaríamos yendo en contra del mismo Dios.

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